Informe de Resultados: Estudio Nacional de Polarizaciones 2024
Ciudadanos aburridos de la polarización y más dispuestos al diálogo: ¿y los políticos?
Cristián Valdivieso
Socio fundador de Criteria
Los resultados del Segundo Estudio Nacional de Polarizaciones son consistentes con los de las recientes elecciones de alcaldes y gobernadores. Ambos muestran una tendencia a la moderación de la opinión pública. Aunque se auguraba el triunfo de las opciones más extremas o estridentes, el voto de la ciudadanía reveló un nivel de polarización bastante menor que el pronosticado.
El Primer Estudio Nacional sobre Polarizaciones de 2023 constituyó la primera base hecha en nuestro país para entender y reflexionar en torno a la experiencia y las percepciones de la sociedad en materia de polarización. Fue una primera medición que impulsó una conversación pública en que se expresó la preocupación sobre los grados en que la tensión y la fragmentación política se estaba traspasando a la sociedad.
La buena noticia es que este año encontramos en los resultados del estudio algo análogo, esta vez en materia de percepciones y subjetividad, a la conducta electoral expresada hace algunas semanas en las urnas. La comparación respecto de 2023 nos muestra una sociedad algo menos desencontrada y polarizada que hace un año, lo que da cuenta de cierto cansancio con las posiciones extremas y con la confrontación, así como mayor disposición a dialogar. Es como si este año la sociedad se hubiera inmunizado contra la polarización que se viene observando en los últimos años entre las élites políticas.
Visto así, la pregunta que surge es ¿cuánto durará la inmunización de la sociedad si la clase política continúa con una dinámica fragmentadora? ¿Qué pasará el próximo año cuando la política vuelva a tomarse con fuerza la agenda social de cara a las elecciones presidenciales y parlamentarias?
Los resultados del estudio, al igual que los de las urnas, deben leerse también como advertencia. En primer lugar, porque aunque muestran una caída de la polarización, también revelan que seguimos fuertemente divididos en torno al pasado. Y no faltarán causas para marcar y azuzar esa división en torno al golpe de Estado de 1973 o al impacto de la dictadura en la vida social y económica, o respecto de eventos recientes como el estallido social, especialmente en un periodo electoral como el que se aproxima.
En segundo lugar, porque la reforma al sistema político ofrecida por el presidente Boric en la ENADE de este año parece diluirse de manera que el sistema electoral seguirá incentivando la dispersión y la atomización política, que multiplica los intereses específicos y las agendas identitarias.
En la elección de octubre de 2024, de los 15 partidos con representación electoral, el más votado apenas alcanzó el 15% de votos, mientras que ocho partidos no llegaron al 5%. Definitivamente, el sistema electoral incentiva la fragmentación y la confrontación por sobre la colaboración.
Si bien el estudio muestra que la disposición al diálogo ha aumentado, esta inclinación no es abstracta, se basa en ciertos consensos que refieren a temas migratorios, al papel del Estado en la provisión de derechos, al modelo económico o a la seguridad. Por ello, si las personas no perciben que el diálogo y el encuentro son posibles para atender precisamente a esas materias en las que hay convergencias, probablemente veremos aumentar la polarización el año que viene.
Necesitamos que la disposición al diálogo tenga resultados concretos en el ámbito público. De lo contrario, sonará a un valor deseable pero tan inalcanzable que fortalecerá la idea de que la única manera de estar en el mundo es refugiarnos en cámaras de eco. O sea, mantenernos en nuestro clan, donde sí es posible el diálogo, la colaboración y la confianza, pero disponibles al enfrentamiento con los otros clanes.
En tiempos en que la polarización campea en el mundo y la democracia se tambalea, es hora de que apostemos por el diálogo para cambiar el sistema electoral por uno que promueva la cohesión y fortalezca institucionalmente a los partidos. Por cierto, también que les exija rendición de cuentas y apego estricto a la ley.