
Informe de Resultados: Estudio Nacional de Polarizaciones 2025

Presentación y contexto del Estudio Nacional de Polarizaciones 2025
El Estudio Nacional de Polarizaciones, iniciado en 2023, nació con una convicción central: para avanzar hacia una cultura del encuentro, primero debemos comprender qué nos divide, cómo nos percibimos y hasta qué punto esas percepciones están teñidas por prejuicios o distorsiones.
La primera edición reveló una constatación incómoda pero necesaria: en Chile, más que los hechos objetivos, lo que nos separa son las ideas que construimos sobre los otros. Las personas de izquierda tienden a sobreestimar las posturas de la derecha, mientras que las de derecha las subestiman. A esto se suman múltiples desconexiones intersubjetivas entre grupos históricamente más alejados del poder, mujeres, jóvenes, personas de bajos ingresos e inmigrantes, quienes perciben mayores niveles de discriminación o prejuicio de los que los otros efectivamente declaran. Esa brecha entre percepción y discurso se mantiene como uno de los principales motores de la polarización.
La segunda edición, publicada en 2024, permitió observar la evolución de esas brechas. En un contexto marcado por el cansancio tras los intentos fallidos de cambio constitucional, los resultados sorprendieron: la polarización política disminuyó en varias dimensiones, y aumentó la disposición al diálogo. También se incorporaron nuevas variables, como seguridad y delincuencia en los temas políticos y se profundizó en migración, género, y grupos etarios. También se incluyó un módulo de polarización actitudinal, emocional y de comportamiento. Mostraron que las tensiones no se limitan al ámbito político, sino que atraviesan las relaciones sociales y las identidades culturales. Aunque persisten heridas profundas asociadas a nuestra historia, como la dictadura y el golpe de 1973, el estudio mostró un escenario algo más esperanzador: menos estereotipos, más reconocimiento mutuo y un incipiente deseo de entendimiento.
El Estudio 2025 se desarrolla en un año particularmente relevante. Chile está en medio de una campaña de elección presidencial con alta carga emocional, donde las candidaturas reforzaron la diferenciación y oposición entre posturas, apelando a emociones intensas más que a argumentos racionales. Este contexto vuelve a tensionar la conversación pública, en un clima donde la confrontación se transforma en herramienta política y los discursos identitarios cobran fuerza. Sin embargo, precisamente por eso, esta edición ofrece un valor especial: observar cómo las percepciones ciudadanas se reacomodan tras un ciclo electoral que amplificó las diferencias.
A lo largo de estos tres años, algunas constantes se han mantenido. La polarización política sigue siendo más intensa que la social, y el eje izquierda–derecha continúa concentrando las mayores distancias. Persiste también la asimetría perceptiva: las personas de izquierda tienden a imaginar a la derecha más extrema de lo que realmente es, mientras que las de derecha siguen estimando a la izquierda como más moderada. Este patrón estable sugiere que, más allá de los cambios coyunturales, los sesgos cognitivos y afectivos siguen actuando como filtros en nuestra comprensión del otro.
El aporte de este estudio ha sido precisamente mostrar esos filtros, confrontando lo que creemos que los demás piensan con lo que efectivamente declaran. Al comparar percepciones y realidades, el estudio permite desmontar los espejismos que alimentan la desconfianza. Nos invita a reconocer que, muchas veces, no estamos tan lejos como imaginamos, y que los muros que nos separan son menos de piedra que de humo: percepciones erradas, prejuicios heredados o simplificaciones ideológicas.
La analogía cervantina sigue siendo útil: tal como el Quijote veía gigantes en los molinos, también nosotros solemos ver enemigos donde solo hay diferencias de opinión. En ese sentido, el Estudio Nacional de Polarizaciones actúa como un espejo incómodo, porque refleja las distorsiones que preferiríamos no ver; pero también como una ventana, porque nos permite vislumbrar la posibilidad de encuentro cuando nos atrevemos a mirar sin miedo.
En definitiva, este estudio no busca entregar una fotografía estática, sino ofrecer una herramienta para comprendernos y actuar. En tiempos de incertidumbre y desconfianza, donde parece más fácil levantar trincheras que abrirnos a entender las historias del otro, generar evidencia sobre dónde persisten las brechas y dónde emergen convergencias se vuelve esencial para fortalecer la convivencia democrática.
El conocimiento acumulado en estos años ha permitido impulsar encuentros 3xi en torno a algunas de las temáticas más sensibles que el propio estudio ha puesto en evidencia, como la migración o la distancia entre generaciones, espacios donde los datos se transforman en diálogo y las cifras en rostros concretos. Con ello la investigación no solo mide la polarización, sino que alimenta procesos reales de encuentro y reconocimiento, reafirmando que comprendernos mejor es también una forma de reconstruir la confianza
Lo que esta edición 2025 vuelve a recordarnos es que la polarización no es un destino, sino una experiencia social que podemos transformar. Conocer cómo pensamos y cómo imaginamos al otro no solo amplía nuestra comprensión del país: abre la puerta a un diálogo más informado, más empático y, sobre todo, más humano.